miércoles, 4 de marzo de 2015

La desnalgocracia participativa



Así vivimos, en un continuo desorden. Nos encanta romper la norma. 

En mi urbanización hay un policía acostado antes de entrar. Me canso de ver grandes camionetas rodear el policía acostado para no pasarle por encima. ¿Qué sentido tiene?, ¿Se le van a dañar los amortiguadores a tu Cherokee último modelo?.

También están aquellos que van a 200 kilómetros por hora en el hombrillo, porque hay cola en los canales regulares. ¿Vas a llegar tarde?, ¿El hombrillo no es para cuando se accidenta un carro?. 

Tienes que levantar las cintas que hacen el laberinto en las colas en el Banco? Te hace mal caminar por la ruta que estableció el banco, muchas veces por seguridad y para que las cámaras capten tu rostro o el de cualquier maleante. Es tan difícil recorrer el laberinto? Te mareas? Se te cansan las piernas? 

No, mi querido Policía Nacional, mi estimado militar, la norma no es volarle la cabeza a niños de 14 años, es más bien protegerlos. Lean la Constitución, allí lo dice clarito. 

Tienes que vender un paquete de pañales en Bs. 1.000 cuando cuesta Bs. 164, mi querido revendedor bachaquero? 

Ser vivos nos hace ser imbéciles anárquicos que solo generamos más caos. Sobretodo si nuestro desorden afecta a los demas. Siempre habrá algún egoísta que cree que sus problemas y beneficios están por encima del resto. 

Entiendo que hay reglas que se deben romper porque quien las impone tampoco las cumple - se lee gobierno- pero no aplica para todo.

La #desnalgocracia es nefasta, nos ha destruido. No se puede construir un país en desorden y anarquía. Se construye con respeto a las leyes, pero más a nosotros mismos como remadores de la misma chalana, porque les aseguro que si seguimos remando en direcciones diferentes, nos vamos por la cascada y directo a las rocas. 

Nos encanta viajar a otros países, y lo que nos gusta es el orden y como funcionan las ciudades. También es cierto que en otros países funcionan las leyes en pro del bien común y el qué se salga del carril lo paga caro. Pero si nuestra ignorancia nos dejara ver un poco más allá, entenderíamos que no usar el cinturón de seguridad no es un acto de rebeldía contra la norma, es más bien un acto de estupidez contra nosotros mismos. 

Mi hermana me decía en tono sarcástico, que aquí en Venezuela si hay verdadera libertad porque todo el mundo hace lo que le da la gana. Pero que a su vez, me decía que esa libertad “mal aprovechada” era la culpable del libertinaje y la anarquía en la que vivimos. Y ella tiene toda la razón, vivimos en una #desnalgocracia donde el primer malandro es el ente que debería ser regulador: el gobierno, y nosotros hacemos poco por el tan ansiado orden que nos haría vivir mejor a todos, y no a unos pocos mal vivientes que pululan en el caos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario